29 de Julio de 2020
Los besos seguirán «durmiendo en la piedra». Un homenaje a los jóvenes del Moncada. Por Patricia Pérez, Ana Katherine Martínez y Haydeline Díaz
«Los grandes derechos no se compran con lִágrimas, sino
con sangre. Las piedras del Morro son sobrado fuertes para que las derritamos
con lamentos, y sobrado flojas para que resistan largo tiempo a nuestras balas».
José Martí Pérez
El 26 de julio de 1953, para prolongar la gesta heroica de
la independencia de Cuba y hacer realidad el proyecto revolucionario martiano,
un grupo de ciento cincuenta y tres jóvenes dirigidos por Fidel Castro Ruz
organizó y llevó a efecto el asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba,
tomando simultáneamente el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de la ciudad de
Bayamo. Apenas unas horas antes del suceso, el líder de las acciones de la
llamada Generación del Centenario afirmaba delante de sus compañeros de
lucha : « de todas maneras este movimiento triunfará. Si vencen
mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí ».
Siguiendo el ejemplo de nuestros próceres, quienes
aseguraron con sus recursos personales la empresa emancipadora de la
independencia de Cuba, ochenta de esos jóvenes ofrendaron asimismo su vida y
fueron vilmente torturados y asesinados por los esbirros del tirano Fulgencio
Batista, Monstrum horrendum que mudó los soldados de la república
encadenada en « artesanos perfectos del crimen » y trocó sus
uniformes de fuerza pública en trajes de carniceros.
Después del asalto y teniendo el terror como única razón de
estado, el universalmente conocido proceso ‒que se desarrolló en Santiago del
21 de septiembre al 16 de octubre de 1953–, terminó con la histórica
autodefensa de Fidel en la sala de estudios de las enfermeras del Hospital
Civil Saturnino Lora. El joven abogado rodeado de ballonetas caladas condenó
las violaciones al régimen constitucional, desmontó una a una las artimañas que
llevaron al autor del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 a concentrar en
sus manos todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), denunció
contundentemente los crímenes cometidos contra los prisioneros y los males que
los gobiernos ilegítimos y espurios, por ambiciones desmedidas y por
interés culpable, inflijían a la nación cubana (Manifiesto del Moncada).
Allí expuso, además, las cinco leyes revolucionarias que serían proclamadas
inmediatamente después del triunfo: la de la tierra, la de la industria, la de
vivienda, la de la salud, la de la educación y del desempleo, devolviéndole al
pueblo la soberanía que proclamara legalmente la Constitución de 1940. Luego,
la prisión fecunda en la Isla de Pinos, el exilio hacia México, el desembarco
del Grama y la victoria de enero de 1959 materializaron los ideales de los
asaltantes del Moncada. Así, con la República Nueva, se llevó a cabo el
programa anunciado por Fidel en su célebre alegato conocido como La Historia
me absolverá, transcrito y publicado clandestinamente en 1954.
En el Día de la Rebeldía Nacional, el pueblo cubano
rinde un justo homenaje a esos héroes que abonaron con su sangre nuestra
historia. Con la misma firmeza con que ellos se enfrentaron a una dictadura
sangrienta para alcanzar la libertad y la independencia de Cuba, y a pesar de
la constante hostilidad económica, politica y financiera que cruelmente se nos
impone, preservamos nuestras conquistas sociales y mantenemos el elevado
espíritu solidario de los héroes y mártires del Moncada.
En medio de condiciones muy adversas, y pese a la actual
crisis sanitaria, Cuba continúa aportando su ayuda y su colaboración médica en
varios rincones del mundo, salvando vidas en los cinco continentes sin contar
esfuerzos ni recursos y afrontando además todas las campañas de difamación
destinadas a desacreditar al personal médico cubano. Pero sabemos que « un
principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército»
(J.Martí). Con la misma vehemencia con que nos atacan y nos menosprecian a fuerza
de argumentos manipulados en esta era de internet, nosotros desmontamos las
falacias con que nuestros enemigos pretenden cada día derribarnos. Como bien lo
precisó Fidel en una de sus cartas a enviadas a Melba Hernández a raíz de
los hechos del Moncada: «No se puede abandonar un momento la propaganda porque
es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener su estilo propio y adaptarse a
las circunstancias»1. Es por eso que hoy sumamos también las redes
sociales a aquellos terrenos donde habitualmente hemos tenido que librar tantas
batallas.
Aunque somos un país del Tercer Mundo, asediado por un
criminal bloqueo estadounidense que no nos ha dado tregua, hemos logrado el
control de la pandemia con la prevención y el tratamiento precoz de todos los
enfermos, hemos reducido igualmente a niveles mínimos los índices de letalidad
y los contagios gracias a la aplicación de medicamentos que son el resultado de
nuestro propio desarrollo biotecnológico y de los notables avances de la
ciencia cubana. Nuestra nación se enorgullece de tener ocho académicos que
participan hoy como asesores para el enfrentamiento de la Covid, de los 60 que
han sido seleccionados para ello a nivel mundial.
Aun pueden verse en las paredes del antiguo cuartel, como «besos
que duermen en la piedra»2, las huellas que dejó el asalto al
Moncada. Por diversos factores las acciones fracasaron en el plano militar,
pero confirieron una extraordinaria victoria moral y política a los heroicos
revolucionarios. Su estela de luz nos acompaña para que podamos derribar otros
muros con las raíces inquebrantables de su fe y cimentar con ellos nuestras
futuras hazañas en Cuba, en América y en el resto del mundo.